LIEN CARRAZANA-Dossier
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Terapia de grupo

Aplicadores para pensar

– Nadie escucha – le dijo él a ella en el oído. Pero ella no lo escuchó, porque estaba fascinada con la sensación de la boca de él aproximándose. Enfocándose tanto en escuchar lo que él le susurraba, ella sólo escuchó a su mente que respondía excitada ante el roce del aliento de él con su oído. Nadie escucha1 porque el susurro ininteligible está dentro y fuera de todo, bordeando y vaciando todos los objetos, las gentes y las cosas. Quizá sea preciso detenerse a escuchar el silente grito de una imagen, tal vez un diamante girando interminablemente en la oscuridad; porque puede ser que para algunos escuchar sea un don ¿extraviado? ¿escondido? ¡Qué pretende develarnos el falso silencio de la imagen! La respuesta está en nosotros. Al menos esa es la idea que tengo de como cada cual, frente a una obra de arte, asume su propio diálogo privado (dígase quedarse out, tomar el té, burlarse o sonreír). En fin, intente usted como primer ejercicio para escuchar mejor, recordar las palabras de un sueño. Aplicadores mediante.

Aunque empiece este texto hablando sobre la importancia de escuchar, no sólo es de eso de lo que se trata, también se trata de mirar, (o será sentir o será pensar). Cuando recorrí el IV Salón de Arte Cubano Contemporáneo pensé en que quizás me gustaría escribir un texto sobre las impresiones que tuve mientras lo recorría. Pasado el tiempo, por un motivo u otro fui dejando esa intención a un lado, por que a veces ocurre que determinadas ideas impresas en un papel no hacen mucha diferencia entre las palabras flotantes en cada aire de una exposición, o entre esas palabras que no se dicen, pero se piensan. Ahora en la Habana hay varios pensamientos colectivos que de modo silencioso circulan, sin ponerse de acuerdo, por la mente de muchos: artistas, especialistas y espectadores... Pensamientos como: la Habana se paró en el 2003, dijo alguien refiriéndose evidentemente a la habana-artes visuales. Igualmente podemos preguntarnos si ese detenerse no es un síntoma percibido tardíamente y solo ahora nosotros, detenidos dentro de ella, es que nos percatamos.

Lo cierto es que las exposiciones continúan, los alumnos siguen en las aulas, y cada día alguien te invita a su próxima exposición como antagonismo ante la inacción. Pero de igual modo el barco está varado en la Bahía. Los más jóvenes ahora potencian la pintura, como un ancla para sujetarse a la firme 'estructura', claro, que lo que ocurre es que no hay tal firme estructura por ahora. Los estudiantes del Instituto Superior de Arte se debaten entre el media art, el performance y la pintura, escultura y grabado. Hay un deseo muy fuerte por sobresalir, y como una fórmula química un modo es quizá irrumpir con 'lo que nadie se espera' ¿bad painting, paisaje? Sumémosle, la posibilidad de un mercado añorado, que entre otras cuestiones siempre ha sido benevolente con la pintura por su eterna practicidad como objeto funcional, retiniano, la cual se ha vuelto a potenciar también en otras partes del mundo.

No obstante, un artista tiene el derecho y el deber o lo que sea que le asista, de elegir cualquier morfología que se avenga con su proceso de creación, pero lo que resulta raro de explicarse es cómo un artista en formación, cuya experiencia debe basarse en la experimentación, estudio e investigación de los medios y soportes disponibles para cualquier tipo de creación, renuncie a los privilegios que esta etapa predetermina. De ser así, señor mío, no hay que ir tan lejos, coger P4, comer mala comida y perder tanto tiempo en talleres de performance o teoría, constrúyase un castillo y pinte ferozmente, con modelo incluida si lo requiere la ocasión.

Pensando en mi época de estudiante de arte, recuerdo que nunca tuve la posibilidad de trabajar con una computadora. Ahora las escuelas están suficientemente equipadas como para que un alumno se sienta instrumentado para trabajar (aparte de las colas) en alguna de las posibilidades que estos medios ofrecen. Créame, Dios le da barba a quien ... el tiempo me ha mostrado como ahora, contrario a la expectativa que algunos puedan tener con respecto a esta zona tan poco transitada del arte cubano, que se nutre de aquellas obras que desarrollan su hacer a través de la Tecnología Digital e Internet, que es este un camino despoblado, solitario. Claro, no somos de Marte, en Cuba trabajar con un ordenador aún es cosa de ensueño e Internet ¿el opio de los pueblos?, no obstante, hay instituciones, que bien o mal aparte, promueven la posibilidad y validez de un arte como este. Y entonces me queda la interrogante en el aire, ¿dónde están los artistas de los nuevos medios? Es cierto y haciendo justicia, que hay muchas obras que dan fe de un arte que se nutre e interactúa con Internet y con la Tecnología Digital, (Raúl Cordero, Alexander Arrechea, Luis Gómez, hasta recientes apariciones de artistas que estamos acostumbrados a ver en otros lenguajes: Fernando Rodríguez, Duvier del Dago, por solo citar pocos ejemplos), hay muchos jóvenes que apuestan por un hacer en el camino del net art, media art o un trabajo que emplea los soportes digitales como herramientas fundamentales: para un resultado en animaciones, videos o software enfocados a un arte de interacción. Lo que ocurre en muchos casos es que los referentes son aislados, hay poca información y cierto rechazo de algunos sectores a validar este tipo de propuesta. Pero lo fundamental, a mi modo de ver, es el terrible desconocimiento y tergiversación de términos que puede llevar a inducir que para alguien 'arte digital' es la simple posibilidad o comodidad de emplear determinada técnica a la hora de realizar un trabajo.

Un ejemplo clave pudiera ser el empleo de la tecnología digital para imprimir una fotografía tomada antes por una cámara de rollo. El proceso de escaneado e impresión a través del uso de herramientas digitales, no implica en lo absoluto que se trate entonces de una obra digital o un arte de los nuevos medios, aunque la técnica sea digital. A los efectos de una creación que investiga y experimenta con estos medios, no constituye, a mi modo de ver, una real puesta en escena de un arte que llamaríamos a todas luces 'digital'. Lo esencial en este ejemplo está en que ese artista quiere que su pieza sea una fotografía y no arte de los nuevos medios. Porque la técnica no necesariamente debe determinar una morfología en específico, el artista de hoy se vale de todo lo que necesite para ejercer su criterio estético, siendo de ese modo importante vislumbrar que el arte digital tiene como característica fundamental la necesidad de empleo de este medio y no otro para desarrollar una idea y a diferencia de otros, en este, el artista parte de una intención por intervenir o dialogar desde lo digital, aunque estemos claros de que cualquier idea puede desarrollarse en cualquier soporte.

Esta reflexión puede parecer innecesaria para algunos, más yo preferiría que lo fuese para todos, y no me viese en el trabajo de esbozar nada. Siempre he creído que explicar está de más ante la idea de mostrar, como manera de lograr una comprensión rápida de lo que queremos, pues en ocasiones nos diluimos en explicaciones y todo sería tan fácil si mostráramos con hechos y no palabras. No se me escapa la idea inicial de este texto, porque en Artes Visuales se trata de mirar, quitarnos la venda de los ojos, de desinstalar el chip que predetermina como debemos mirar una obra de arte, porque al encuentro con el arte ha de llegarse como al encuentro con el amor, libres: desprejuiciados, listos para cualquier aventura feliz, aunque no siempre sea el caso. Si de esa libertad prescinden algunos espectadores y críticos o peor aún, si de esa libertad prescinde el artista de hoy, la Habana seguirá detenida y nosotros dando Ctrl + Alt + Delete y nada, sin salir del laberinto, sin romper la inercia aunque sigan las exposiciones, los silencios incómodos, los jóvenes abogando de nuevo por la pintura o por los nuevos medios. Claro, yo sé perfectamente que la libertad no es el problema. Que hay otros muchos más graves que no nos atrevemos a pronunciar. Pero qué triste si entonces nos rendimos, apagamos la luz y nos vamos a casa a ver televisión para siempre. Si nos quedamos desconectados de la red que nos enlaza al arte y dejamos que se abarroten las galerías de falsos Mesías y pseudoartistas, de esas repeticiones que sí dañan al arte, porque este es como esa batería de PC que nunca se apaga, que no se detiene, ese tren que se va sin esperar por ti, mientras uno está ahí, intentando escuchar algo, mirar algo, sentir algo, pensar algo... en medio de la falsa movilidad de una sala abarrotada en un Salón, aunque en realidad se trata de una exposición colectiva, Contemporáneo, como lo cotidiano de vivir en el presente, Cubano, como la obviedad de haber nacido en la Isla.

Habría que preguntarse si en esta época tan individual, es posible arrastrar la ilusión de un concepto iniciado hace casi dos siglos: los Salones de Arte y continuar solapando tras ellos todo lo que nos horroriza. O asumir que se han muerto para siempre y sin retorno. O que como los software, todos los días se plantea la necesidad de renovarlos. Pero mientras haya quienes crean que para qué queso nuevo si con el viejo me basta, pues seguiremos comiendo del mismo queso todos los días hasta que se agote y solo entonces no habrá remedio. Por suerte también sé de quienes se limpian los oídos frecuentemente, y aplicadores en mano no dejan enfriar su mente y su mano, y buscan lo nuevo todos los días, porque ahí esta el reto, aunque a veces ese reto sea triple, y sudemos y nos vaya la vida en ello y nos salgan callos en las manos de tanto click click. Y aunque eso, no baste…

Notas:

1. Título de la obra realizada por Luís Gómez en el cuarto Salón de Arte Cubano Contemporáneo

Publicado en Noticias de Arte Cubano
Lien Carrazana Lau
Artista y escritora
No. 7, Año 6, Julio 2005